La persecución
Había mucha niebla. No se veía nada. Una bocina atronó en medio del silencio. La bruma se deshizo lentamente. Cajas de madera se apilaban sobre el suelo mojado. Un mozo levantaba una de las cajas y se la llevó a cuestas. Al quitarla de fondo se podía ver el bullicio de la gente esquivándose, corriendo de un lado para otro. Un oficial supervisaba el desembarco de mercancías. El bullicio normal ante la llegada de un barco. De pronto una cara destacó entre la gente, sucia y sin afeitar, con los huesos marcados en el rostro. Su mirada cansada y asustada no paraba de mirar a todos lados. La gabardina vieja que llevaba no desentonaba con su rostro. Empezó a andar apresuradamente, a empujones entre la gente. Estos no paraban de mirarlo y lo evitan cuando se les acercaba en su rápido andar. El hombre estaba cada vez más nervioso. Se dirigió a un túnel que daba al exterior del puerto. El hombre pasó bajo un cartel arqueado con letras de metal del que se podía leer: “Welcome to Gotham City”.
Ya fuera del bullicio, el vagabundo se paró y miró a su alrededor. En la acera de enfrente un hombre con gabardina negra lo miró directamente a través de sus gafas de sol. El hombre de la gabardina esperó atento sin moverse. Al verlo el vagabundo se asustó y empezó a correr en dirección opuesta al hombre misterioso. Al girar la esquina otros dos hombre vestidos de la misma guisa le cortaron el paso. El vagabundo intentó retroceder pero el primer hombre le cerraba el paso. Lo estaban acorralando. El vagabundo huyó escabulléndose por una valla oxidada que cercaba un solar de obra abandonado. Corría entre los pales abandonados con la esperanza de escapar, pero seguía escuchando los pasos de sus perseguidores cerca, muy cerca. A pocos metros pudo ver la otra valla. Si conseguía llegar. Siguió corriendo. Giró un pale, y perdió el equilibrio dejando escapar un grito. Al llegar los tres hombres descubrieron una zanja. En el fondo yacía inmóvil el vagabundo. Pero una bandada de murciélagos empezó a salir chillando del agujero. Los hombres se cubrieron la cara.