Después de mi tradicional semana de bajón e incremento canosil, ayer abandoné con pesar los veinti-todos para entrar de lleno en la treintena.
Y si me quejo es por vicio. Trabajo, independencia, salud, un periquito, la familia, un sobrinito «miniyo» y unos estupendos amigos y sobretodo Mari.
Recien treintañero te lo recomiendo, pon una Mari en tu vida. Si esto no te consuela, estás loco y si no lo estás, te dejo una frase para levantarte el ánimo:
«¡Los veinteañeros te respetan y te admiran, y los cuarentones te envidian!»