Cuando mucha gente a la vez hace cosas raras, inmediatamente se convierten en normales. La normalidad es sólo una cuestión numérica.
En consecuencia, si tú no haces esas cosas, o no las ves coherentes, te colocas fuera de la normalidad. No ser normal también es sólo una cuestión numérica. Por defecto esta vez.
¿Tiene razón la normalidad? No siempre, como hemos visto históricamente. Pero tampoco la garantiza la anormalidad.
Por lo tanto, otorgar puntos de valor a lo mayoritario o a lo excepcional nunca es acertado.
Realmente sólo quiere decir lo que dice: que mucha gente hace una cosa, sea o no lógica. Y hay gente que no la hace, sea o no conveniente.
Por lo tanto. Los mismos motivos hay para estar a favor que para estar en contra de las cosas ilógicas. Lo que cambia es el número de personas. Lo que lo transforma en lícito asocialmente es la cantidad.
Y no es malo estar con la mayoría. Como no lo es no estarlo. El problema surge cuando no se aceptan una de las dos posturas. Cuando la mayoría desprecia al rebelde y viceversa.
Dicho esto. Vuestra prisa en contestar dice mucho de en qué lugar estáis y las pocas ganas que tenéis de moveros de él. Lo cual no es bueno o malo pero sí sintomático.
Son días de reflexión y esta es la mía. La que propongo, no la que defiendo. Porque no hay conclusiones.
Arturo González Campos @ArturoGCampos