Hollywood, la ciudad de los sueños con reloj despertador
Al fin pude ver Ready Player One (2018), la última película de Steven Spielberg. Una cinta trepidante, emocionante y evocativa, repleta de guiños (huevos de pascua) a los videojuegos y al cine ochentero. Disfruté cómo un niño con zapatos nuevos.
Pero me faltó algo. Mis espectativas eran aún mayores a pesar de lo grande que ha sido esta película. Culpa mía. Primero leí el libro de Ernest Cline y luego he visto la peli. Presperanzas de ver personajes y películas del libro, o incluso más, que finalmente se han apeado de la cinta.
Y es que en Hollywood te permiten soñar y crear sueños, siempre que el despertador del dolar no te quite el sueño.
El dolar está por encima de la creatividad.
Sin el Sr. Dolar pagando a los propietarios de los derechos no hay «Basada en …». Así aparecen historias que recuerdan a la original con ligeros cambios argumentales, o con nombres modificados. Recientemente publiqué una nota sobre las variaciones sobre el guión de ET que dieron lugar a más títulos.
O como Disney y Fox que comparten universo Marvel (comic) pero no permiten que los X-Men se encuentren en una película con los Vengadores, cada uno en propiedad de una compañía. Nick Fury controla a todos los superhéroes Marvel de la Tierra menos a los de la competencia.
Una vez que consigues los derechos o permisos de reproducción de la historia vienen los productores. Tienen que meter algún detalle o decidir si cortas aquí o allí, el final no me gusta, etc Pasan cosas como una historia que vi de una película de Superman en la que el productor quería una araña gigante luchando contra el superhéroe. El director no. La película no se llegó a hacer pero años más tarde produjo Wild Wild West ¿Sabéis qué aparecía por fin?
Pero si conseguimos los derechos y la colaboración sin injerencias del productor, nos encontramos con los actores en las sagas. En su derecho están de no querer encasillarse, pero la participación en el tiempo suele ir ligada a incrementos salariales hasta que los productores al final tienen que recortar, normalmente en la calidad del guión, con la sustitución del actor por otro o matando directamente al personaje. Y por en medio se fastidian los fans de la saga.
Y un plus, no determinado directamente por el dólar, ¿O sí? Porque no tengo claro porque se ha establecido esta premisa en el cine americano desde hace bastantes años. No existen identidades secretas. Los superhéroes enmascarados se han quedado relegados al mundo literario o a las viñetas. Intenta recordar algún personaje de cómic con identidad secreta que cuando es llevado al cine no acabe siendo revelada. Así que si quieres que en tu historia un personaje mantenga una vida oculta, ve desperándote.
Por ello en la adaptación de Ready Player One no encontrarás la mitad de películas del libro, ni referencias a producciones y videojuegos míticos de otras productoras. Abundan referencias a películas y videojuegos de los productores. Y por supuesto, la identidad de los personajes debe hacerse pública.
Y aún así estoy ansioso de volver a ver esta pedazo de película.