El autismo es una forma diferente de sentir, pensar y vivir.
Guillemot i el drac
Había una vez un reino en el que todo el mundo vivía muy feliz. En el los carpinteros plantaban árboles y los herreros levantaban montañas. En aquel reino los granjeros cultivaban verduras y frutales para vender en el mercado. Y todos eran felices y cantaban.
Un día unas nubes negras avanzaron hacia el castillo y de las nubes salió un dragón que se enroscó en los torreones del castillo. El dragón rugía y tiraba fuego por sus narices bigotudas.
«¡¡Hambre!!» gritaba el dragón.
El rey y sus súbditos asustados y tristes abandonaron el castillo. En un intento de salvar el reino hicieron llamar a los más valerosos caballeros para espantar al dragón.
Pero el dragón blandía sus alas y los soldados salían volando como cometas.
«¡¡Hambre!!» gritaba el dragón.
Entonces el rey decidió ofrecerle los más exquisitos manjares y postres al famélico dragón.
Chocolatinas, coques, dulces y golosinas. Nada calmaba el hambre del dragón.
«¡¡Hambre!!» gritaba el dragón.
Un día Guillemot ayudaba a su padre en la granja cultivando brócoli y coliflores cuando un soldado que había salido volando cayó encima del dedo gordo del pie del papi de Guillemot dejándolo en cama sin poder andar. Guillemot cogió las coliflores y los brócoli y en una carretilla se las llevó al pueblo para venderlas en el mercado.
Cuando llegó al mercado los tristes ciudadanos del reino no le compraban sus verduras así que siguió andando. Así hasta que llegó a los pies del castillo donde el dragón rugía desconsolado.
Guillemot no se asustó del dragón y continuó hacia las puertas para venderlas en el castillo. Cuando el dragón vio a Guillemot acercarse con una carretilla, el dragón agacho la cabeza y olfateó las verduras. Guillemot no se asustó y con la mano intentó espantarlo.
«Umm» rugió. Y de un bocado se comió la carretilla. Y sonriendo gritó «Bueno, Rico» y el rey al verlo salió corriendo en busca de Guillemot.
«¿Tienes más verduras?»
«En la huerta de mi padre»
«Debes llevarte al dragón a tu huerta y darle todas las coliflores y brócoli que quiera»
Guillemot se llevó al dragón al campo de brócoli para que el dragón comiera hasta llenarse la panchota.
La alegría volvió al reino, el dragón comía feliz brócoli y coliflor del campo. Y el rey le regaló a Guillemot una carretilla nueva con propulsión automática y a su papi unas botas resistentes para que nunca más se hiciera daño en el dedo gordito del pie. Nunca se tuvieron que preocupar por tener que vender las verduras que el dragón devoraba mientras cantaba y todos fueron felices y comieron regalices.