La primera pregunta de Asimov

Relatos cortos de ciencia ficción

Ayer me preguntaban en una consulta por un relato de Isaac Asimov.

«La última pregunta»

En aquel momento no recordé el relato. No suelo recordar las historias unidas con su título.

En un ensayo le recuerdo a Asimov que no sabia como titular un estudio sobre la respiración de las plantas. El editor le dijo que pusiera simplemente «Fotosíntesis» que quién firmaba era él, Isaac Asimov. No hacía falta más. Algo parecido me pasa, recuerdo muchas historias del autor patilludo pero no mucho los títulos.

Bajé las escaleras y en la recepción plug, «se hizo la luz» y me acordé del relato de «La última pregunta». Y aquella que podría ser perfectamente «la primera pregunta» del relato de Asimov, se transformaba en mi cabeza en la pregunta de la doctora.

¿Cuál es tu historia favorita de Asimov?

«Aquella en la que le hacen a un robot de vacaciones enseñarle a otro robot como cocinar un plato.» No me preguntes por el título.

¿Dónde tienes el proyecto final de carrera?

Drama familiar

Conocimientos y experiencias laborales

Hace ya demasiados años acabé los estudios de programación informática. Un ciclo formativo de grado superior, la antigua formación profesional, que me enseñó sobre todo un idioma que era nuevo y desconocido para mi (y que ahora soy capaz de entender y hablar a falta adquirir los vocabularios de cada lenguaje). Aunque lo supe más tarde, este ciclo es también la formación necesaria para obtener una plaza de oposición para auxiliar informático en la administración del estado (prácticamente el mismo temario). Para finalizar los estudios y obtener el título presenté un trabajo final con todo su código, sus bases de datos y que no tenía errores.

Cuando me disponía a salir por la puerta el estupor de mi hermana y mi madre fue tremendo.

¿Dónde estaba el porfolio o libro con el trabajo?

Una hoja en blanco.

Durante muchos años he acumulado experiencia trabajado en varias empresas nacionales e internacionales de diferentes sectores, en oficina y en planta de producción, realizando multitud de tareas, presentaciones y funciones, con más o menos responsabilidad y autonomía, y más o menos personas a mi cargo. Gestionado eventos multitudinarios y mantenido relaciones con profesionales que no han hecho más que enriquecerme como el perejil de Arguiñano.

Cursos para aburrir.

Facilidad para adaptarme a multitud de aplicaciones de diseño, desde el diseño 3D a la edición audiovisual, y la ofimática a full de documentos.

Una huerta, una prole. Y un blog. Incluso me programé desde cero aplicaciones y una web con php y con acceso a BD (entonces no controlaba los back ups).

Conocimientos cruzados, a base de leer ensayos multidisciplinares, a base de amigos y familiares expertos que se dedican a sectores que van desde la calidad alimentaria al derecho (vale: esto último está rozando el cuñadismo), y a base de una afición por la fotografía y el lenguaje cinematográfico, tocado por un poco (bastante) de frikismo y humor distraído que rellenan algo más que un resumen de un folio.

Todo tienes que explicarlo en una sola cara de un solo folio. Preparación y formación que queda diluida en un folio (o una mala presentación o un mal post como este).

Un CD.

Cuando salía por la puerta para entregar el proyecto final de los estudios de informática mi familia me preguntaron atónitos que porqué no tenía el porfolio o la documentación.

Levanté un CD, un disco plano sin nada escrito, que brillaba por los dos lados y que por si solo era de lo más útil para espantar palomas. Pero por dentro con un buen programa. Aprobé.

Un currículum es como un CD.

error: Content is protected !!