Anoche salí con mis amigas a una «reunión». Yo le dije a mi marido que regresaría a casa a las 12 en punto: «Te lo prometo», le dije. Pero la «reunión» estuvo muy bien: copitas, bailecito, más copitas… y se me fue la hora.
Resulta que llegué a casa a las 3 a.m. completamente borracha. Acababa de entrar y el hijoputa del reloj cucú hizo ‘cu-cu’ tres veces. Al darme cuenta que mi marido se iba a despertar por ese sonido, grité
‘»CU-CU'» otras 9 veces más… Me quedé tan orgullosa y satisfecha por haber tenido de pronto, aunque borracha, una idea tan buena para evitar pelea con mi marido…!!!
Me acosté de lo más tranquila pensando en lo inteligente y lista que había sido. Por la mañana, durante el desayuno, mi marido me preguntó a qué hora había llegado y le contesté que a las 12 en punto, tal y como
le había prometido.
Él, de momento, no dijo nada ni me pareció desconfiado. «Qué biennnnn! ¡SALVADAA!» -pensé yo.
Pero entonces él me dijo:
«Por cierto…debemos cambiar nuestro reloj cucuú.»
Temblorosa, le pregunté: «¿SÍIII? ¿Y por qué, mi amor?»
Y me dijo:
«Anoche el reloj hizo ‘cu-cu’ tres veces….. Luego, no sé cómo, gritó «¡¡mierda!!». Después hizo ‘cu-cu’ cuatro veces más….. vomitó en el pasillo…. hizo ‘cu-cu’ otras tres veces….. , se partió de la risa, y otra vez hizo ‘cu-cu’….. Salió corriendo, pisó al gato, rompió la mesita de la esquina de la sala, se acostó a mi lado dando el último ‘cu-cu’, se volvio a reir y se durmió.»